Description
“Estos textos tienen un tono, una cualidad propiamente poética totalmente notable, pues bien se trata, pese a la forma en prosa, de admirables poemas. Usted se sitúa de entrada fuera del post-romanticismo que reina aún en la poesía corriente hispanoamericana. Poesía sin respuesta, discreta, en el lugar donde el poema encuentra de inmediato su intensidad, su misteriosa densidad. Usted va a lo esencial y el dominio de la lengua no impide de ningún modo -al contrario- una sensibilidad muy pura, como cristalina. Estos textos están despojados por completo de las chafalonías de toda estrategia poética y viven de señalar lo indecible, fuera de toda imaginería fácil y caduca.”
Fernando Verhesen (Director del Centro Internacional de Estudios Poéticos, Bruselas. De una carta a la autora).
“Este libro nos enfrenta con una obra de sorprendente madurez y de imaginación caudalosa. Escrito en prosa, pertenece, por su asunto y su carácter simbólico, a la más alta zona del lirismo. Su temática se enraiza en las motivaciones permanentes del alma humana: la búsqueda de Dios, la muerte, el tiempo, el amor; y además el asedio a la palabra poética, un asedio infructuoso al lenguaje insuficiente. Esta búsqueda de la expresión de las esencias es meta inalcanzable; el poeta será derrotado en su empeño, pues el lenguaje humano es, simplemente, un juego de signos ciegos, un ‘desgraciado ballestero que nunca da en el corazón de nada’ […]”
“María Rosa Lojo ha elegido la forma visionaria para exponer, a través de una simbología compleja, esta temática existencial. Sueño y vigilia, vida y muerte, el anhelo de Dios y su rechazo, se unen inextricablemente en una sucesión de imágenes de acentuado surrealismo, dispuestas en parlamentos breves con ritmo de salmodia. El lector percibe de inmediato la atmósfera onírica y al mismo tiempo hondamente religiosa que expresa esta prosa versicular, de sugestión bíblica, con su repetición de sintagmas que van jalonando la expresión poética.”
“La serie de visiones se agrupa y organiza en seis secuencias: ‘Signos oscuros‘?, ‘La palabra muda’, ‘Revelaciones’, ‘Los avatares’, ‘De los amados‘ y ‘El dios que huye‘. Breves epígrafes de San Pablo, Rimbaud, Heráclito de Éfeso, etc., marcan el rumbo y ayudan al lector a orientarse en la selva simbológica que constituye cada secuencia.”
“Es evidente que hay un enmarque representado por la primera y la sexta secuencia […]. La primera, “Signos oscuros” es, de ambas, la más rica y la más lograda. Los símbolos se suceden incansablemente; un relator, presente en todas las secuencias, informa sobre el peregrinaje hacia otra realidad, hacia ese mundo invertido, el de las ‘formas reales’ […] La noche omnipresente, “la más alta noche” envuelve los ojos (¿del alma?), sometidos a la temporalidad, amarrados a la tierra firme. Y la gran dádiva divina, la terrible donación, excede las posibilidades de albergarla. La secuencia termina con una visión de tipo dantesco: la marcha de los muertos por el camino invertido, guiados por unos ojos corrompidos por el mal.”
“En “Los avatares” triunfa la concepción de infinitud, de tiempo circular: “no es otra cosa el vivir que este indomable círculo, estas sombras de penumbrosa luz” […] En este círuclo el hombre es, simultáneamente, lo que recupera (lo que recuerda, el pretérito) y lo que deviene. Sus tres rostros (el de niño, el de hombre y el de anciano) se superponen en el espejo del sueño. Esta atemporalidad nos remite al concepto teológico que ubica nuestro existir, desde el principio, en la mente divina: somos “ideas” de Dios y por lo tanto estamos despojados de temporalidad.”
“Basta con lo expuesto para acercar al lector a la esencialidad de este libro en que se unen lo literario y lo psíquico, lo consciente y lo inconsciente, creando una atmósfera de ambigüedad semántica en la que se alternan y cruzan diversos niveles de la experiencia. La trascendencia de lo representado supera muchas veces, como es obvio, nuestras posibilidades de comprensión unívoca, al mismo tiempo que ponen de manifiesto el sentido abarcador, totalizador, de las vivencias del poeta.”
Celina Sabor de Cortazar (Letras de Buenos Aires, nº 12, octubre 1984)
Primer Premio de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
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