” Eduarda Mansilla (1834-1892) y Victoria Ocampo (1890-1979) son hitos en una genealogía literaria nacional (la femenina), no por desconocida o negada menos importante. Eduarda, como otras escritoras decimonónicas, quedó excluida del orden canónico fundador de la literatura argentina, aunque en las últimas dos décadas un creciente trabajo de rescate académico, más algunas reediciones populares de sus novelas El médico de San Luis y de Pablo, o la vida en las Pampas contribuyeron a visibilizarla.”
“Victoria Ocampo sí pertenece, en cambio, al imaginario argentino, pero no tanto al literario propiamente dicho cuanto al sociopolítico. Fue mucho más apreciada por su condición de mecenas que por la de escritora, y también quedó asociada a la representación de la clase social considerada como oligárquica, y al liberalismo antiperonista. Sus fotos más difundidas (aunque se le hicieron muchas) fueron las de sus últimos años: una señora mayor, de aspecto adusto y autoritario, con los ojos ocultos tras unas gafas de marco blanco.”