Alejandro Leibowich
-¿Qué
es ser escritor, María Rosa? ¿Qué función cumple hoy en día la palabra y su
consecuente discurso, siempre expuesto a miles de lecturas posibles? Miles de
razones, miles de “verdades”, antecedentes y consecuentes de epifanías y/o
frustraciones.
Me
parece que usamos una misma “palabra paraguas”: la “literatura”, para hablar de
cosas muy distintas. Para muchos ser escritor es contar historias que
entretienen a los lectores y que también pueden ser críticas de la sociedad en
que vivimos. Eso es en parte verdad, pero no da cuenta ni de la totalidad de lo
literario ni de lo que para mí es su médula, su eje, que pasa por la poesía.
Esas historias que contamos se vuelven literarias solo cuando nos iluminan
creativamente sobre la densidad y la complejidad de las vidas humanas, cuando
disparan una multiplicidad semántica y nos arman un mapa simbólico (y por lo
tanto polisémico, cargado de sentidos) de nuestra realidad.Justamente,
el corazón epifánico de la literatura, su poder revelador, están en el acto
poético que construye metáforas y símbolos. La poesía es una apertura hacia una
realidad multifacética, una ruptura de la percepción utilitaria, un flash que nos instala en otros lados
desde donde mirar lo que somos, dónde somos, para qué somos.