“Pasé la noche del 23 de junio de 2024 durmiendo en un tren: el ferrocarril que lleva desde Chelm (frontera entre Polonia y Ucrania) a la ciudad de Kyiv. No iba sola, sino como parte de un grupo de escritores, académicos y periodistas de la Argentina invitados por el Centro Pen ucraniano. Pero no me tocó compartir el camarote de cuatro cuchetas con ninguno de ellos, sino con una madre joven y su hijita de cinco años. De no haber sido por la guerra que estalló el 22 de febrero de 2022 y que clausuró las posibilidades de acceso por el espacio aéreo, no nos hubiera reunido esa travesía nocturna y seguramente el padre de la nena, retenido en Ucrania como tantos varones en edad de prestar servicio, hubiese acompañado a su hija y a su mujer durante sus vacaciones. La guerra, ese monstruo grande que pisa fuerte, en palabras de León Gieco, lo modificó todo y, pese a la enorme distancia, no nos era indiferente. Por eso, desde Buenos Aires, habíamos llegado ahí.”
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Interior del Museo Khanenko, célebre por su colección de arte europeo y asiático, que fue evacuada hacia destinos reservados, para protegerla de los ataques. Fotos: Artem Galkin