Al igual que su gran adversario, Juan Manuel de Rosas, Sarmiento se apoyó en las mujeres de su familia y de su entorno. Se benefició de su adhesión entusiasta y a la vez prohijó y alentó sus capacidades. Si Rosas supo dirigir (y capitalizar) el talento femenino específicamente hacia la política, la esfera de acción de Sarmiento fue más amplia. La educación popular en general y la educación de las mujeres en particular, constituyeron sus declarados objetivos.
Sarmiento mantuvo una estrecha relación profesional y amistosa con Eduarda y su marido, el diplomático Manuel Rafael García; de ella dan testimonio las Cartas confidenciales (1866-1872) dirigidas por Sarmiento a García quien, en 1868 asumió el puesto de ministro plenipotenciario en los Estados Unidos que Sarmiento detentaba desde 1865, y que abandonó para hacerse cargo de la Presidencia de la República.
Como apreciativo lector se refiere en varias oportunidades a la obra literaria de Eduarda Mansilla. Desde la mención ocasional (con motivo de haberse reeditado la Lucía Miranda en un artículo donde exalta otros aportes culturales femeninos en medio de la “barbarie” reinante en la vida política), hasta extensos comentarios de libros de la autora. Se ocupó pormenorizadamente de dos de sus obras: los Cuentos (1880) escritos para niños, y sus Recuerdos de viaje (1882), que se refieren a una experiencia vivida por ambos: el viaje y la estadía en los Estados Unidos.
Se discuten en esta charla los textos que Sarmiento dedicó a la crítica de las producciones de E. Mansilla, así como su posición general frente al valor de la literatura femenina, que no es –a juicio de la disertante— concesiva o condescendiente, sino de activa aprobación y apreciación de la “diferencia” positiva que aporta, sin negarle por ello entidad intelectual.
